Parabola de las bodas de cana

Parabola de las bodas de cana

Boda cana

Jesús de Nazaret se tomó un tiempo para asistir a unas bodas en la aldea de Caná, con su madre, María, y sus primeros discípulos. Este milagro, que demostraba el control sobrenatural de Jesús sobre elementos físicos como el agua, marcó el inicio de su ministerio público. Al igual que sus otros milagros, benefició a personas necesitadas.

Las bodas judías estaban impregnadas de tradiciones y rituales. Una de las costumbres era ofrecer un banquete extravagante a los invitados. Sin embargo, algo salió mal en esta boda, porque se les acabó el vino antes de tiempo. En aquella cultura, semejante error de cálculo habría supuesto una gran humillación para los novios.

En el antiguo Oriente Próximo, la hospitalidad con los invitados se consideraba una grave responsabilidad. En la Biblia aparecen varios ejemplos de esta tradición, pero el más exagerado se ve en Génesis 19:8, en el que Lot ofrece a sus dos hijas vírgenes a una turba de asaltantes en Sodoma, antes que entregar a dos invitados varones en su casa. La vergüenza de haberse quedado sin vino en su boda habría perseguido a esta pareja de Caná toda su vida.

¿Cuál es el mensaje principal de las bodas de Caná?

En los Evangelios, la presencia de Jesús en las bodas de Caná pone de relieve la naturaleza personal y comunitaria de la Nueva Alianza. Y el hecho de que convirtiera el agua en vino para que la celebración pudiera continuar demuestra que la Nueva Alianza de servicio y perdón es feliz y alegre.

¿Qué nos enseñan las bodas de Caná sobre María?

Dios elige dejar que sus gracias fluyan hacia nosotros a través de sus manos para que su alegría, y la nuestra, sea plena. Al otorgar a María la dignidad de la causalidad, Dios revela de la manera más perfecta su amor por todos sus hijos, por quienes somos y por quienes estamos llamados a ser.

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¿Qué dicen las Escrituras sobre el matrimonio en Caná?

[1] Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús: [2] y fueron llamados a las bodas Jesús y sus discípulos. [3] Y cuando querían vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. [4] Jesús le dijo: Mujer, ¿qué tengo yo contigo?

Juan apóstol

Todos conocemos la línea estándar: los evangelistas sinópticos nos dicen que el ministerio de Jesús se basó en gran medida en parábolas, mientras que el Cuarto Evangelio no contiene ninguna. Es un enigma sorprendente. Sin embargo, desde hace tiempo vengo considerando la posibilidad de que Juan sea en sí mismo un evangelio enteramente parabólico.

Es decir, que cada perícopa sea ante todo un relato alegórico, independientemente de que se base o no en hechos históricos. La historia de Jesús convirtiendo el agua en vino, por ejemplo, parece contener tantas referencias obvias -puntos narrativos y objetos que tienen alusiones teológicas directas- que se parecen a las parábolas de los otros evangelios.

Rudolf Bultmann, en The Gospel of John: A Commentary (1971, pp. 114-121), nos aconseja no exagerar el significado del agua como referencia al bautismo, la sangre o la nueva alianza. Por otra parte, F.F. Bruce escribe:

La acción de Jesús fue, según la terminología de C. S. Lewis, un ‘milagro de la antigua creación’: el Creador que, año tras año, convierte el agua en vino, por así decirlo, mediante un proceso natural, en esta ocasión acelera el proceso y alcanza el mismo fin. Pero si es un milagro de la antigua creación, es una parábola de la nueva creación. (p. 45, El Evangelio de Juan: Introducción, Exposición, Notas, el subrayado es mío)

Los milagros de Jesús

El milagro de Jesús de convertir el agua en vino en las bodas de Caná es el primero de los milagros de Jesús relatados en el Evangelio de Juan, y como tal marca un momento decisivo en la historia de la divinidad de Jesús. Pero hay varios detalles misteriosos en el relato que merecen un análisis más detenido, sobre todo la cuestión de dónde estaba exactamente “Caná”.

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En Juan 2:1-11 se relata el milagro. Jesús, su madre y sus discípulos asisten a una boda en el pueblo de Caná. Cuando se acaba el vino en la fiesta, Jesús convierte el agua en vino, demostrando así su divinidad a sus discípulos.

Ahora llegamos a un momento importante del relato. Jesús replica bruscamente: “Mujer, ¿qué tengo yo contigo? aún no ha llegado mi hora”. En otras palabras: “Mujer, ¿qué voy a hacer contigo? ¡No tienes remedio! No estoy preparado para anunciar mi divinidad al mundo” (es decir, haciendo un milagro y un poco de vino en público).

Así es como se desarrolla Juan 2: en otras palabras, Jesús parece haber recapacitado y accedido a la petición de su madre, aunque no se nos dice qué provocó este cambio de opinión. ¿Fue un deber filial -un hijo que obedece el deseo y la orden de su madre- o se dio cuenta de que tal vez era el momento ideal, cuando había una multitud reunida, y él era el único capaz de proporcionar el vino que se necesitaba para bendecir esa unión?

La boda cana iglesia

La transformación del agua en vino en las bodas de Caná (también llamadas bodas de Caná, bodas de Caná o bodas de Caná) es el primer milagro atribuido a Jesús en el Evangelio de Juan[1][2].

En el relato evangélico, Jesucristo, su madre y sus discípulos son invitados a una boda. Cuando su madre se da cuenta de que se ha acabado el vino, Jesús da una señal de su divinidad convirtiendo el agua en vino a petición suya. La ubicación de Caná ha sido objeto de debate entre biblistas y arqueólogos; varios pueblos de Galilea son posibles candidatos.

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Juan 2:1-11 afirma que Jesús estaba en una boda (seudat nissuin) en Caná con sus discípulos. La madre de Jesús (sin nombre en el Evangelio de Juan) le dijo: “No tienen vino”, y Jesús respondió: “Mujer, ¿qué te importa eso a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora”. Su madre dijo entonces a los sirvientes: “Haced lo que él os diga” (Juan 2:3-5). Jesús ordenó a los sirvientes que llenaran recipientes con agua y que sacaran un poco y se lo llevaran al mayordomo principal (camarero). Después de probarlo, sin saber de dónde procedía, el mayordomo comentó al novio que se había apartado de la costumbre de servir primero el mejor vino sirviéndolo al final (Juan 2:6-10). Juan añade que: “Jesús hizo esto, el primero de sus signos, en Caná de Galilea, y reveló su gloria; y sus discípulos creyeron en él” (Juan 2,11).

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